miércoles, 18 de abril de 2012

Mensaje de S.M. el Rey Aurelius a la ciudadanía asturiana

Cómo Rey de Asturias es mi deber y obligación dirigirme a todos vosotros y vosotras, en un momento en el que a raíz de la polémica suscitada a causa de determinados comportamientos poco edificantes por parte de algunos miembros de ciertas casas reales, la institución monárquica ha quedado en entredicho.
Cómo todos sabéis la monarquía asturiana no es ni por comparación, ni siquiera parecida a otras monarquías europeas en las que la corona real, se traspasa de padres a hijos, lo que permite a determinadas familias mantener un estatus privilegiado, en numerosas ocasiones blindadas y completamente ajenas a la problemática social.

Este no es el caso de nuestra nación; Asturias es la única monarquía del mundo en la que el titulo real no se hereda. Es una monarquía electiva, en la que son las Cortes del Reino las que eligen al Jefe del Estado y las que pueden destituirlo si su gestión no es la correcta.
Este sistema permite y garantiza una transparencia total no solo de la gestión del Rey, sino de toda la Familia Real.

Otra diferencia sustancial es la no existencia de un presupuesto que sustente las actividades reales, ya que estas son sufragadas por los diferentes miembros de la misma, que cómo cualquier ciudadano, desempeñan sus diferentes labores profesionales, cómo es el caso de quien os habla.

Cómo monarca comprometido con Asturias y sus ciudadanos y ciudadanas, debo condenar en mi nombre y en el de mi familia, cualquier acto ilícito e inmoral de cualquier persona que aprovechando su estatus político trata de enriquecerse, o desempeñar actividades alejadas del compromiso que este le exige.
Es necesario que la ciudadanía a través de las instituciones que la representan, insten a sus gobernantes a observar un comportamiento y un desempeño de sus funciones de manera transparente y eficaz, y que en caso de lo contrario, pidan la depuración de las responsabilidades que de actos cómo los ya conocidos, se deriven, porque nadie, absolutamente nadie, debe estar por encima de la ley y de lo que ha de considerarse moral y honesto.
Y sobre todo, somos aquellos, los que pedimos un esfuerzo a los ciudadanos y ciudadanas, en el cumplimiento de la ley, los primeros que debemos dar ejemplo.
Pero no basta con el compromiso; ese compromiso ha de ser efectivo y real, porque de lo contrario, la imagen y la honorabilidad de estas instituciones y por lo tanto de la nación a la que representan queda en entredicho, no solamente en nuestro propio país, si no también fuera de él

Asturias, insisto, es una monarquía electiva, entroncando de esta manera con el sistema de gobierno de nuestros antepasados y por otra parte comprendo  las críticas vertidas contra la institución monárquica y a aquellos que reclaman la instauración de un sistema republicano, el cual me parece tan respetuoso y democrático cómo el que hoy en día, rige en nuestro país.

Pero monarquía no debe ser sinónimo de corrupción, ni de anacronismo; no es la institución monárquica de por sí la que pervierte el principio democrático, sino algunos de los que la conforman, entre los que también hay personas honestas, eficaces y que anteponen el bien común al personal.

Ese es y seguirá siendo el lema y el principio básico de la Casa Real Asturiana, que seguirá comprometida con Asturias, sus gentes y con este gran proyecto que se puso en marcha hace ya tres años, y que estoy convencido que entre todos seguiremos desarrollando y consolidando en el futuro, para dar ejemplo de constancia, tesón y buen hacer.

Muchas gracias a todos y a todas.